jueves, 12 de abril de 2007

¿Por dónde?

Hasta el fondo por la derecha. ¿Suena obsceno y políticamente antiprogresista? Bien. A eso yo añadiría egoísta, ególatra, narcisista, vividor, mangante...y todas las cosas buenas que pueden decir de uno.

Uno de los principios de la termodinámica habla de la relación entre la velocidad de las partículas y la temperatura. Y el que lo enunció no se equivocaba: cuando le damos doscientas mil vueltas a una cosa en el tarro, las neuronas van montadas en deportivos sin limitación de velocidad. Miles y miles de "cachorros" zumbando que al final crean tal lío que no se sabe de donde salió.

Ante tal situación hay dos salidas cabales:

-Tomar una decisión cara o cruz, y aguantarla hasta el final. Suele ser muy divertido, pero como es la que yo suelo practicar no la recomiendo.

-Meter la cabeza en hielo y ver cual es el carril en el que mejor se viaja. Aquel donde no hay limitaciones de ningún tipo, el que te hace a tí más feliz. En el que frenas porque a tí te da la gana, en el que tu copiloto te canta las curvas mejor que a Carlos Sáinz (que nunca se te quede el coche pillao en la recta de meta).


Al fin y al cabo, se coma pescado o carne, se elija Canei o un buen Melquior, es inevitable equivocarse de vez en cuando. A mí me gusta hacerlo de hecho, me recuerda que no soy Superman, y disfruto lo bueno el doble...


...lo único fundamental es acertar o equivocarse por uno mismo, en ebullición o bajo cero, sobrio o ebrio, alegre o triste. Lo importante es cenar bien y quedar lleno, bien fartón y lleno de vino. Así es imposible no hacer las cosas bien.
Y a pesar de todo, las recomendaciones de velocidad son absurdas, a uno le gusta ir a todo lo que le ofrece su "cachorro". Por ese, el carril de la derecha.

1 comentario:

Anónimo dijo...

escoja el carril que escoja, nunca pongo el intermitente y ya, la empiezo cagando.