jueves, 26 de julio de 2007

Funcionando, y desde luego, solucionando

Ante los compromisos conyugales y desgracias familiares de algunos me uní hoy a dos viejos zorros en mi primera, y probablemente última, visita al Casino de Asturias en Gijón.

Espectáculo de primera, con menos show y algo más de clase que en Las Vegas: tiradas del máximo de apuestas. Señores convencidos de que "estaban en racha" jugando en dos ruletas a la vez. "Analizando" las mesas para apostar a los números que les dictaba su corazón...

Quién me quiera vender un sitio de apuestas me tiene que decir que voy a pasarmelo bien. El que empiece a contar las posibilidades de hacerme millonario a merced de una bolita de marfil se va a encontrar con una partida de eje monumental. TOOOONTO.

El casino es como el bingo. Para pasar el rato, jugarse unos euros según las posibilidades de cada uno, salir contento o con las manos en los bolsillos, pero nada más.

Yo por mi parte palmé quince euros. Y paré de jugar. El 29 no me dió suerte, qué le voy a hacer.








Aparte de esta aventurilla nada nuevo bajo el sol: jueves en casa por la noche con ganas de salir y cero planes. Mañana triple plan, véase elegir uno y mandar a tomar por el culo a los otros dos, y consiguientemente quedar mal con alguien. Fantastic.

Espero que un poco de sangre en pantalla me dé sueño. Tengo en parrilla de salida la última peli de Tarantino y Rodríguez, un dos en uno que no debería fallarme. De nuevo con esto, rabiao como un enano, hasta mañana temprano.

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